Los días ordinarios
llegan de repente
entre las tres y
las cinco de la mañana.
Es decir que ningún día
nace ordinario.
Se hace.
Sabes que puede ser
un día de esos,
porque intenta llenar
con su gris existencia
todo.
Y claro,
que con los días ordinarios
viene la gente ordinaria.
Los amantes
de la burocracia
las culpas y
las juntas que no
sirven para nada.
En medio de
los días ordinarios
hay una constante
guerra
por ejemplo
entre adolescentes
con alma de jubilados
sin pensión
y
soñadores
eternos sonrientes.
Entre los defensores
del sexo-no-frecuente
y
los creyentes de que
el arte va primero.
Es en medio
de los días ordinarios
que a veces se va
lo que llamamos
la vida.
Se nos va
convencidos
casi siempre
por personas ordinarias
de guardar la risa
para un momento prudente.
Como si tu risa
no fuera el sonido
mas prudente
contra el incómodo
silencio.
Me rehuso
completamente
a permitir
que los días ordinarios
sean contados
con orgullo
por personas ordinarias
en sus reuniones ordinarias
asesinas lentas
de tus siete vidas
artistas.
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